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Dudas Frecuentes

Todas las madres al principio o durante la lactancia tenemos dudas. En el documento adjunto encontrarás respuesta a las preguntas más habituales.

Es fácil averiguar si tu bebé está pasando hambre. ¿Se le ve saludable y feliz?, ¿le ofreces el pecho cada vez que te lo pide?, ¿ensucia entre 6 y 8 pañales al día?, ¿su incremento de peso y estatura es correcto?. Si contestas que sí, no te preocupes. Seguro que tu hijo está recibiendo toda la leche que necesita. Sobre todo piensa que, está recibiendo LA MEJOR leche que puede recibir: LA TUYA.

Durante los primeros meses es preferible no ofrecer chupetes ni tetinas al bebé para que la lactancia materna no sea interferida. Estos elementos pueden calmar el instinto de succión del bebé, reduciendo con ello la cantidad o duración de las tomas y con ello la producción de leche. Hasta que la lactancia no está bien establecida (pasados 3 o 4 meses) es recomendable prescindir. Pasado este período, si el bebé lo acepta, no hay problema en utilizarlos, sin bien es cierto que muchos ya no los quieren
porque no les gusta su tacto.

Partiendo de la base de que la madre tiene toda la leche que el bebé necesita, es absolutamente incongruente pensar que va a necesitar una “ayuda” de leche artificial. Siempre que el bebé haya tenido el pecho a demanda, la producción de leche de su madre estará adaptada a su necesidad. ¿Por que complicarnos la vida entonces?. Es un falso mito el conocido dicho de “tienes poca leche”. Tienes toda la leche que tu hijo necesita, ni más ni menos. Bueno, al principio incluso un poco más porque se está regulando la producción, por ello se te escapa la leche del pecho entre las tomas.

Esto si que es difícil de responder en pocas líneas. Pero en resumen, no te atormentes ni pienses que es porque está “pasando hambre”. Repito, siempre que le des el pecho a demanda tu bebé no pasará hambre. Si tienes dudas de si llora por hambre, es fácil averiguar si es así: le ofreces el pecho y si mama y se calla, es porque tenía. A veces ocurre que maman y siguen llorando, sin motivo aparente. El bebé llora por muchas otras cosas aparte de por hambre: le duele la tripita (su intestino está en pleno rodaje), está mojado, tiene frío o calor, le duele el oído, necesita que le abraces, quiere que le tomes en brazos, etc., etc., etc….

Si llora nada más empezar la toma, es posible que esté teniendo una reacción a algún alimento que tomas tú, mamá. Normalmente es la leche de vaca la causante de más reacciones adversas en el intestino de los bebés. Una manera de averiguar si se trata de eso es eliminar todos los lácteos de la dieta materna durante una semana. Si se nota mejoría, es muy posible que ese fuera todo el problema. La mala noticia es que se deberá continuar sin lácteos en la dieta materna. Más adelante se puede ir intentando reintroducir los lácteos poco a poco, observando la reacción del bebé. La mayoría, pierden esa sensibilidad pasados los primeros meses.

Otra causa del lloro al inicio de las tetadas puede ser el exceso de flujo de leche al empezar el bebé a succionar. Los bebés pequeños tienen dificultad para dominar la cantidad de leche que, a veces sale del seno materno con demasiada rapidez. Ello les hace atragantarse, coger más aire y con ello viene el dolor intestinal y los lloros. Es de fácil solución, solo se debe retirar al bebé del pecho al notar la subida de la leche y dejar que los primeros chorros salgan y baje la presión, recogiendo en un paño la leche. Una vez descienda la presión de la leche se puede colocar al bebé al pecho de nuevo. Generalmente se alivian enormemente procediendo de esta manera. A los pocos meses, el bebé ya será capaz de tragar el solo toda la leche, esto suele ocurrir solamente en las primeras semanas de vida.

Esto si que es difícil de responder en pocas líneas. Pero en resumen, no te atormentes ni pienses que es porque está “pasando hambre”. Repito, siempre que le des el pecho a demanda tu bebé no pasará hambre. Si tienes dudas de si llora por hambre, es fácil averiguar si es así: le ofreces el pecho y si mama y se calla, es porque tenía. A veces ocurre que maman y siguen llorando, sin motivo aparente. El bebé llora por muchas otras cosas aparte de por hambre: le duele la tripita (su intestino está en pleno rodaje), está mojado, tiene frío o calor, le duele el oído, necesita que le abraces, quiere que le tomes en brazos, etc., etc., etc….

Si llora nada más empezar la toma, es posible que esté teniendo una reacción a algún alimento que tomas tú, mamá. Normalmente es la leche de vaca la causante de más reacciones adversas en el intestino de los bebés. Una manera de averiguar si se trata de eso es eliminar todos los lácteos de la dieta materna durante una semana. Si se nota mejoría, es muy posible que ese fuera todo el problema. La mala noticia es que se deberá continuar sin lácteos en la dieta materna. Más adelante se puede ir intentando reintroducir los lácteos poco a poco, observando la reacción del bebé. La mayoría, pierden esa sensibilidad pasados los primeros meses.

Otra causa del lloro al inicio de las tetadas puede ser el exceso de flujo de leche al empezar el bebé a succionar. Los bebés pequeños tienen dificultad para dominar la cantidad de leche que, a veces sale del seno materno con demasiada rapidez. Ello les hace atragantarse, coger más aire y con ello viene el dolor intestinal y los lloros. Es de fácil solución, solo se debe retirar al bebé del pecho al notar la subida de la leche y dejar que los primeros chorros salgan y baje la presión, recogiendo en un paño la leche. Una vez descienda la presión de la leche se puede colocar al bebé al pecho de nuevo. Generalmente se alivian enormemente procediendo de esta manera. A los pocos meses, el bebé ya será capaz de tragar el solo toda la leche, esto suele ocurrir solamente en las primeras semanas de vida.

Siempre que el bebé tome el pecho cuando quiera no necesitará nada más. Ni agua, ni zumo, ni manzanilla, ni mucho menos papilla. La teta lleva todos los nutrientes en las proporciones adecuadas a la edad del bebé.

Solamente cuando empiezan a comer sólidos y alimentos más secos, como galletas, puedes ofrecerle agua, aunque si sigues dándole pecho, seguramente no querrá, simplemente porque no tiene sed.

En los primeros días-semanas es conveniente darle teta a menudo para establecer la correcta producción de leche. Normalmente, los bebés ya piden muy a menudo, pero si ves que se duerme, no le tengas más de unas 4 horas sin mamar. A veces si pasa demasiado tiempo puede bajarles el nivel de azúcar con lo cual se adormecería aún más y sería un círculo vicioso. Pero no te preocupes, él mismo te marcará el ritmo.

El término medio que tarda la leche en subir es de 1-2 días, a veces tarda un poco más si el bebé ha nacido por cesárea, aunque no necesariamente.

Si la leche tarda más días en subir (lo cual no significa que el bebé no esté recibiendo alimento) es posible que la estimulación del pecho no sea la idónea, poniendo muy frecuentemente al bebé al pecho y en posición correcta (una mala posición puede ocasionar una succión ineficiente o pobre). No obstante el hecho de que la leche no haya subido solamente indica que el bebé está tomando aún el calostro y eso también es leche, la mejor que puede tomar el recién nacido en esos primeros días de vida. El calostro se encuentra disponible en el seno desde el 6º mes de embarazo y es la leche primera que ingiere el bebé como tránsito a la leche que vendrá después.

Por eso no debemos preocuparnos pensando que no tenemos leche porque “no la notamos”. El bebé está ingiriendo el mejor alimento en ese momento, preparando su intestino para la leche que vendrá después, la de transición y la que más tarde tomará como definitiva. No apresuremos los acontecimientos, todo requiere su tiempo y la naturaleza es sabia.

Muchas madres pueden sentir el temor de no tener suficiente leche o estar preocupadas por no notar la “subida” famosa, pudiendo creer que sus bebés no reciben alimento. Deben saber que muchas mujeres no tienen la sensación de subida de la leche, no notan nada, ni pinchazos, ni molestias, lo cual es mucho mejor para ellas. Pero su leche está ahí, en justa medida para sus recién nacidos.

Tampoco es representativo el guiarse en esos primeros días tras el nacimiento por la pérdida de peso del bebé ya que ésta no va ligada a la falta de ingestión de leche sino a la lógica pérdida de líquidos acumulados en el cuerpo del bebé durante el embarazo. Esa pérdida de peso, aproximadamente un 10% de peso al nacer, está prevista por el organismo del bebé, que en las últimas semanas del embarazo ya ha ido acumulando reservas y líquidos superando sus necesidades, para hacer frente al parto y post-parto. El bebé suele perder algo de peso hasta una semana o 10 días después de nacer. Pero una vez pasado ese tiempo, la ganancia de masa corporal será espectacular siempre que reciba su leche a demanda.

Las heces líquidas, espumosas, amarillentas y no olorosas son una de las características que diferencian más fácilmente al bebé amamantado del que no lo está. Son totalmente normales e indican la perfecta sincronía entre la leche materna y el inmaduro sistema digestivo del bebé recién nacido.

Si se tornan verduzcas, pueden indicar que el bebé está ingiriendo lactosa en exceso.

La lactosa se encuentra en abundancia en la primera leche de la tetada y va disminuyendo a medida que avanza la toma. Así el la leche del final de la tetada la lactosa baja para ceder paso a las grasas. Si el bebé está tomando pocos minutos de cada pecho, es posible que solo esté ingiriendo la leche más lactosa y por ello las heces se tornan verdes. Esto causa malestar intestinal y a veces molestos cólicos. Para evitarlo, basta poner al bebé en un solo pecho y dejarlo mamar hasta que se canse.

Ofreciendo un solo pecho en cada toma, se asegura que no ingiere solamente la lactosa de la leche inicial y se toma las grasas del final que son las que más engordan.

Por otro lado es normal que, en las primeras semanas, el bebé ensucie el pañal en cada toma. Es un acto reflejo del intestino que desarrolla su actividad a la vez que se inicia la ingestión del alimento. Así es habitual observar que cada vez que mama, defeca a la vez. Esto ocurre aproximadamente hasta los 2 meses. Después la frecuencia de las heces decrece.

Ésta es una de las inquietudes más comunes de todas las madres. En un momento u otro de la lactancia puedes llegar a preguntártelo también. No te inquietes, es falso que la leche “se retire” o que “se te agüe”, o “te quedes sin ella”. Repito que la ley de oferta-demanda es la que marca la cantidad de leche que la madre produce. Es obvio que si das el pecho a tu hijo tantas veces como te pida, tendrás toda la leche que él necesite. Si mama más, tendrá más leche, si mama menos tendrá menos. Por eso es tan importante no limitar ni medir sus tomas.

No. Los dos incisivos inferiores son los primeros en aparecer, justamente los que quedan ocultos bajo la lengua cuando el bebé mama. Algunos bebés ante la erupción dental sienten inquietud y nerviosismo y es posible que aprieten con las encías el pecho a la hora de mamar. Si te ocurre, debes negarle con firmeza y apartarle de pecho para que sepa que no debe hacerlo más. Ya verás que pronto lo aprenden y no lo vuelven a repetir.

He insertado esta cuestión porque es siempre una de las mayores y más frecuentes preocupaciones de los padres, aunque no está relacionada directamente con la lactancia materna.

Muchos bebés de pecho duermen toda la noche desde el primer día y hay otros que continúan despertándose varias veces durante más tiempo. Otros bebés que no toman pecho también se despiertan por la noche, como los hay que duermen de un tirón. Cada niño es un mundo y, por mi experiencia personal, la cantidad de alimento no influye en que un niño duerma más o mejor.

En definitiva, no pienses que por darle el pecho se va a despertar más veces que si tomara biberón. Con el agravante del biberón ya que si se despierta en medio de la noche varias veces, debes levantarle, calentar agua, preparar biberón, etc. En cambio con el pecho no debes ni encender la luz. El bebé mama a gustito dentro de tu cama mientras tú puedes seguir durmiendo. Es una de las mayores ventajas de la lactancia materna. Poco a poco los bebés van adaptando sus ciclos de sueño a los del adulto y llega un día en que sus horas de sueño profundo son más continuadas. Paciencia, es una fase que deben pasar. El mecanismo de autodefensa de los bebés es increíblemente
complejo y durante el sueño se activa para evitar cosas tan graves como la muerte.

Los ciclos de sueño NO REM (o sueño profundo) de los bebés son mucho más cortos que los del adulto. Por eso es más fácil que tengan varios despertares en la noche.

Al principio de la lactancia, los bebés -que aún no saben mamar- están mucho rato en cada pecho y duermen bastante entre toma y toma. Poco a poco, con la práctica, el niño llega a mamar muy rápido (siete, cinco o dos minutos) y como ya no está siempre
durmiendo, pide el pecho más a menudo. Todo ello es normal. No hay que hacer nada, salvo ofrecerle el pecho cuando pida y el tiempo que desee, sin preocuparse por nada más.

El que el pecho esté duro o no, nada tiene que ver con la cantidad de leche. Al inicio de la lactancia los pechos están inflamados y gotean. Ello es porque se están adaptando a su nueva función y todavía no regulan bien la cantidad de leche que deben producir. Con el tiempo, la producción láctea se va adaptando a la demanda del bebé.

Entonces el volumen, la dureza e inflamación de los pechos se reduce y dejan de gotear. Es cuando se dice que la lactancia se ha establecido definitivamente y adaptado a la perfección a las necesidades del niño.

El tamaño de los senos no influye en la cantidad de leche. De hecho la mayoría de los mamíferos no tienen pecho sino pezones sobre un cuerpo plano. El pecho de la mujer es más o menos grande en función del depósito de grasa, que varía de una mujer a otra y no de la glándula mamaria, que abulta muy poco. Es más, incluso si la madre tiene un seno atrofiado, una sola mama es suficiente para alimentar al bebé.

Es posible que estés limitando sin querer el tiempo que el niño mama de un pecho, con lo cual es posible que la leche más grasa, la que más engorda, no la esté ingiriendo en cantidad suficiente. Si solamente toma la leche primera de cada pecho, más líquida y menos calórica, porque le retiras a los 10 minutos, puede que el bebé se llene de leche “ligera” y se deje la más conveniente para el engorde.

Si observas que no ha ganado mucho peso, puedes probar a darle varias tetadas seguidas con el mismo pecho (extrayendo la leche del otro pecho para descongestionarlo). Así asegurarás la ingestión suficiente de la leche grasa y verás cómo la báscula te da una sorpresa la próxima vez.